La cualidades estéticas introducidas en el primer local de Greta encuentran aquí la evolución natural de la marca. La manera de convertir el verde en protagonismo se mantiene como el objetivo a seguir. Sin embargo, y lejos de llevar a cabo una réplica, se realiza un esfuerzo por aportar novedad y sorpresa y convertir este segundo espacio en un nuevo hito.
Para ello, resulta importante conocer las características del local. Si bien el concepto operativo funciona de la misma manera, se busca el modo de aportar singularidad en un espacio de menores dimensiones. La optimización de los recursos se convierte en aspecto a perseguir con el fin de que cada elemento funcione a la perfección dentro del puzzle.
De este modo, se analiza la manera de sacar el mayor rendimiento a la barra – mostrador. Se apuesta por un elemento recubierto de granito que es colocado en el centro de la composición y determina el funcionamiento de la actividad. Esta gran barra hace las veces de zona de preparación de pedidos, pero, a su vez, se relaciona con el público.
El resto del espacio se limpia para recibir una bancada y unas pequeñas mesas. El alicatado de tonos verdes inunda la totalidad del espacio y permite, mediante el empleo de una sola pieza, aportar identidad. Este toque de color dialoga muy bien con la geometría de los techos, la cual aporta singularidad.
Por último se trabaja con mimo la fachada. El propio alicatado se traslada también al exterior y, de este modo, se lleva el concepto más allá de sus límites. Es así como el protagonismo del verde sale a la calle.