La abstracción y la búsqueda de lo puramente indispensable encuentra su máxima expresión en este proyecto. MIM es una tienda especializada en calzado femenino cuyo gran desafío pasa por mostrar el producto de manera sorprendente.
Este reto, unido a la singularidad del espacio en el que se interviene, convierte esta intervención en una suma de decisiones donde la experimentación juega un papel determinante.
El concepto de recorrido vuelve a situarse en primer plano. Sin bien la longitudinalidad del espacio se percibe como un aspecto desfavorable, se hace de la necesidad virtud y se plantea un proyecto que enfatiza este hecho.
A través de dos gestos de carácter firme y radical se propone una estrategia de exposición diferente. Por un lado, una imponente lámina de acero adquiere una geometría curva y cumple una doble función: esconde las tripas de la tienda y guía al usuario hacia el fondo del espacio.
Por otro lado, un graderío longitudinal recorre todo el área de exposición. Sus tres peldaños proponen una hibridación de usos. Si bien en el día a día exhiben producto, pueden eventualmente convertirse en un anfiteatro desde el cual los clientes disfrutarán de una improvisado desfile.
Al fondo del espacio, el proyecto culmina con una zona de probadores donde la presencia de la geometría se hace evidente. Una semicircunferencia realizada en acero acota dos salas y libera un espacio que no pasa desapercibido.
La sobriedad de los gestos descritos se apoya en un uso singular de los materiales. El acero toma un protagonismo considerable en la concepción del espacio. La gran curva domina la escena y, gracias a sus reflejos, ofrece una imagen distorsionada que genera sorpresa en el usuario. En contraste con esto, se emplea un pavimento continuo y homogéneo que se levanta y escalona dando formación al graderío. De este modo, se propone una pieza que es entendida como un todo y cuyo carácter neutro consigue ensalzar el producto que se expone sobre ella.